El dólar estadounidense está abandonando silenciosamente su posición de dominio incuestionable, y los inversores que no se adapten corren el riesgo de quedarse atrás.

Este es el mensaje de Jake McLaughlin, Director Ejecutivo de deVere Portugal, parte de una de las mayores organizaciones independientes de asesoramiento financiero del mundo, quien afirma que muchos particulares están subestimando la magnitud del cambio que se está produciendo en los mercados de divisas mundiales.

"No se trata de una caída a corto plazo. Es un reequilibrio estructural a largo plazo. Los inversores deben empezar a ajustar sus carteras en consecuencia".

El billete verde ha tenido su comienzo de año más débil desde la crisis financiera mundial, con una caída de más del 4% en el índice del dólar (DXY).

Entre los factores que impulsan la caída se encuentran las crecientes expectativas de múltiples recortes de los tipos de interés en Estados Unidos, el regreso a las políticas comerciales proteccionistas y el aumento de la tensión geopolítica bajo la administración Trump.

Pero detrás de los titulares se esconde una tendencia mayor. El dólar representa ahora menos del 59% de las reservas mundiales de los bancos centrales, según datos del FMI, frente a más del 70% hace solo dos décadas.

Esta erosión lenta pero constante está siendo impulsada tanto por la diversificación estratégica como por la incomodidad política con el apalancamiento global del dólar.

Para los inversores, este cambio conlleva oportunidades y riesgos.

"El predominio del dólar ha determinado la inversión internacional durante generaciones", afirma McLaughlin. "Pero esa base está evolucionando. Los inversores inteligentes están empezando a replantearse su exposición, no sólo al dólar en sí, sino a los activos y mercados fuertemente ligados a él."

Oportunidades más allá del billete verde

A medida que el dólar se debilita, otras divisas cobran protagonismo, lo que supone nuevas oportunidades para los inversores de mentalidad global.

El euro, por ejemplo, ha subido más de un 4% frente al dólar en las últimas semanas. Esto refleja la creciente confianza en la integración fiscal de la eurozona y su atractivo como depósito de valor seguro y estable. Con las medidas colectivas de defensa e inversión de la UE ganando terreno, el euro se ve cada vez más como una alternativa de reserva creíble.

En Asia, monedas como el yen japonés, el won surcoreano y el dólar de Singapur también despiertan interés. El yuan chino, aunque menos líquido, está ganando relevancia mundial a medida que Pekín amplía los acuerdos comerciales que eluden por completo al dólar.

Ninguna de estas divisas "sustituirá" al dólar en su totalidad", señala McLaughlin. "Pero juntas, representan un mosaico creciente de alternativas que están cambiando el panorama inversor global".

Esta diversificación abre opciones tácticas: los inversores pueden considerar aumentar las asignaciones a bonos denominados en divisas, fondos de renta variable internacional y activos con cobertura de divisas diseñados para aprovechar la debilidad del dólar. Para jubilados y expatriados, las estrategias de ingresos vinculadas a divisas más fuertes también podrían ofrecer resistencia y poder adquisitivo a lo largo del tiempo.

Riesgos para los desprevenidos

Sin embargo, este cambio también introduce nuevas complejidades. La volatilidad de las divisas puede erosionar los rendimientos si no se gestiona adecuadamente. Los activos cotizados en dólares -desde las acciones tecnológicas estadounidenses hasta los bonos del Tesoro- podrían perder atractivo si la divisa sigue bajando, especialmente en un entorno de caída de los rendimientos.

McLaughlin señala que ahora se espera que la Reserva Federal recorte los tipos de interés hasta tres veces este año, reduciendo la ventaja de rendimiento que históricamente ha hecho a los activos estadounidenses tan atractivos para los inversores globales.

"Los tipos más bajos hacen que la deuda estadounidense sea menos atractiva, lo que debilita la demanda de dólares", explica. "Para los inversores muy concentrados en participaciones en dólares, eso crea riesgos ocultos".

Otra preocupación es la inflación. Aunque un dólar más débil podría impulsar temporalmente las exportaciones estadounidenses, también aumenta el coste de las importaciones. Para los inversores internacionales con exposición al consumo estadounidense o a sectores sensibles a los costes, esto podría suponer una presión sobre los márgenes y una reducción de la rentabilidad.

Es hora de reevaluar las asignaciones

Dada esta dinámica, McLaughlin insta a los inversores a adoptar un enfoque proactivo de la exposición a las divisas y la diversificación.

"Se trata de una llamada de atención", afirma. "El sistema financiero mundial está evolucionando hacia un orden de divisas más equilibrado. Quienes ajusten ahora su estrategia de inversión personal estarán mejor posicionados para proteger -y hacer crecer- su patrimonio."

Esto puede incluir mantener una combinación de activos en varias divisas, revisar las tenencias de efectivo por el riesgo cambiario o consultar con asesores financieros transfronterizos para estructurar carteras con la máxima flexibilidad.

"El mundo se está alejando de la mentalidad de una sola divisa", añade McLaughlin. "Y los que abracen ese cambio pronto podrán aprovechar las tendencias mundiales de precios, los mercados emergentes y las estrategias de ingresos más resistentes".

El dólar no se está hundiendo, pero su control se está aflojando. Para los inversores, no es momento para la complacencia. Es el momento de la claridad, la acción y el posicionamiento internacional inteligente.

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