"Podemos utilizar esta pulsera como método de protección y hacer de un concierto, un festival o una discoteca un lugar seguro, porque la gente puede protegerse con este sistema", explica a Lusa Carlos Lodeiro Espiño, de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad NOVA de Lisboa(NOVA FCT).
Según el coordinador del proyecto en Portugal, esta pulsera ya se vende en España y se puede adquirir en Portugal en la web de la startup Nanoarts, pero la intención es que también esté disponible a través de organizadores de eventos o entidades públicas, como ayuntamientos.
En la práctica, se trata de un sensor incrustado en una pulsera de papel que reacciona directamente ante cualquier bebida que contenga una de las tres "drogas de violación": GHB, la más barata y fácil de conseguir, burundanga, importada de Latinoamérica, y catinonas, explicó Carlos Lodeiro Espiño.
Según el investigador, el GHB, la droga más utilizada en los casos de sumisión química, es una droga que, a las pocas horas de su ingesta, "no se puede detectar en orina, sangre o saliva", por lo que es necesario un "dispositivo rápido para detectar" su presencia.
"Es inmediato y sirve como preventivo y disuasorio", ha añadido Carlos Lodeiro Espiño, quien ha advertido de que el GHB es una sustancia que, en el pasado, se utilizaba en medicina como anestésico, lo que provocaba que una persona "no pudiera reaccionar" y sufriera, además, un episodio de amnesia a las pocas horas de su ingesta.
Tras subrayar que esta sustancia no tiene olor, color ni sabor, el investigador añadió que con la nueva pulsera, "alguien que vaya a una discoteca, un festival o un concierto al aire libre y quiera probar cualquier bebida antes de beberla puede simplemente tocar la pajita con la pulsera" y comprobar si cambia de color a verde.
Para una mujer de 60 kilos, dos o tres gramos de droga son suficientes para provocar su sumisión química, subrayó Carlos Lodeiro Espiño.
El investigador puso el ejemplo de la comunidad autónoma de Valencia, en el sur de España, que los investigadores consideran un prototipo de laboratorio, donde "se ha producido un descenso significativo de los casos de violación e intento de violación", al menos a la mitad.
El proyecto, desarrollado en colaboración con la Universidad de Valencia y la empresa Celentis, ya ha dado lugar a una patente conjunta y a artículos científicos, y los investigadores trabajan ahora en un sistema que permita considerar este sensor como prueba forense en caso de posibles delitos.
El equipo de investigación está en contacto con las autoridades para garantizar que la pulsera pueda ser reconocida como prueba legal, así como con ayuntamientos y organizadores de eventos en Portugal para garantizar que pueda integrarse en campañas de concienciación y prevención.
"Queremos que [el resultado de la prueba] no pueda ser alterado por nadie porque, para que sirva como prueba forense, debemos asegurarnos de que nadie pueda cambiar el resultado", explicó el investigador.
"Nuestro objetivo es ofrecer una herramienta sencilla, accesible y eficaz para prevenir delitos de abuso sexual, especialmente en contextos donde las personas son más vulnerables, como discotecas, bares o festivales", concluyó el profesor titular del Departamento de Química de NOVA FCT.